Originario de Sri Lanka, de la región Peliyagoda, éste té negro es uno de los primeros que se cultivaron en la isla  y que cautivó a los bebedores de la infusión alrededor del mundo.

Sus terruños combinan múltiples factores climatológicos y topográficos, resultando de ellos una hebra exquisita y delicada.

Aromático, fresco, suave al paladar y de cuerpo medio, comienza dulce y se torna levemente amargo, culminando con una astringencia tan sutil, que lo vuelve un té negro aún más singular.

Puede agregársele leche y, como todo té completamente oxidado, ofrece una inmensa gama de maridajes, tanto dulces como salados.

Para su preparación, recomendamos calentar el agua a  90º, 95º, y dejar reposar por un período de 4 a 6 minutos.